jueves, 8 de marzo de 2012

Explicaciones o escusas.

El día siguiente no había puesto la televisión hasta la noche. Me había pasado el día de un humor de perros, hablando con teleoperadoras ya que hacía meses que tenía un pedido encargado en Vodafone y como no, la compañía en lugar de darme una solución me mandaba seguir esperando. El problema es que ya llevaba tres meses y me tenían hasta las narices. Así, entre uno y otro, andaba con la última tecnología punta del mercado; un  LG de hace tres años. La ostia, vaya. Aquello por no tener no tenía ni Wi-Fi. 
Aquel día yo no comía con mis padres, pues tenían una reunión. Como siempre, me senté en la mesa y puse las noticias, para informarme algo mientras cenaba, y di de pleno con Obama hablando. Me había perdido un trozo bastante grande, pero lo que decía era escabroso y cruel.
Las fronteras habían sido selladas y se había evacuado al personal que no fuera del país ya que se sospechaba de que se estaba fabricando armamento nuclear, y para evitar la retirada de estas no habían tenido más remedio que cercar. Al parecer los soldados norteamericanos habían recorrido Siria en busca de tal armamento, arrasando con todo lo que fuera sospechoso a sus ojos. 
Sea como fuera en boca del presidente todo era más liviano, pero en los foros de Internet se hablaba de la brutalidad del ejercito. Incluso se había comentado que habían entrado en uno de los laboratorios en los que se fabricaban vacunas y habían arrasado con todo.
Aquello era una locura, y ya no se sabía que pensar.
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miércoles, 7 de marzo de 2012

La noche de la catástrofe.

Aquella noche, reunida con mis padres ante el televisor como cada día durante la cena, comenzó el telediario. La noticia sobre la evacuación de la prensa de Siria tenía a todo el mundo pendiente de las noticias que pudieran retransmitirse durante el telediario.
El programa iba transcurriendo y parecía que no había nada. Aquello estaba mal, no podía ser normal. Tanto jaleo, tanta movilización para nada no era posible, y finalmente, minutos antes de acabar el informativo, Hilario Pino, con gesto sombrío, dirigió su mirada a cámara y anunció que el ataque de Estados Unidos contra Siria había comenzado. Nada más. Ni una sola imagen, ni un dato sobre lo qué estaba pasando en aquel lugar. Cambiamos de canal. Lo mismo que había ocurrido en aquella cadena fue pasando telediario tras telediario, escuchando lo mismo una y otra vez, que no dejaba de ser nada.
Así, con la curiosidad a flor de piel me fui a buscar de nuevo información a Internet, esperando encontrar algo, lo que fuera, sin saber ya que pensar y sin embargo no encontré nada, absolutamente nada. Ni siquiera el vídeo que aquella misma tarde había visto.
Quien estuviera al cargo de aquellas operaciones militares parecía haberse propuesto hacer un misterio del ataque, y lo estaba consiguiendo.

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Algo no encaja. Confesiones del 7 de marzo del 2022.

Como el día anterior, todos los científicos estaban reunidos frente a la vitrina tras la que el doctor Billius y el infectado 10 se disponían a mantener la segunda charla. Aquel día la criatura parecía más tranquila, lo que hacía esperar a aquellos científicos algún avance, algo más concreto en aquella historia. Lo único que sabían era que aquel ser conocía al pilar que había mantenido a flote a la raza  humana en aquellos tiempos, y por fin muchos comenzaban a entender la importancia de lo que tuviera que decir. Debían saber como sobrevivir por si algún día el ser humano volvía a desencadenar tal atrocidad por el planeta.
De nuevo el engendro de aquella joven abrió la boca cuando le preguntaron y tras un áspero gemido ahogado comenzó su relato.

Al día siguiente yo llegué tarde a casa pues había quedado con unos amigos en Oviedo, cerca de donde se encontraba mi facultad. Yo vivía en un pueblo a media hora de allí, en Mieres, un pequeño valle entre montañas Era bonito, pero problemático para algunas cosas, pues el único modo de entrar o salir allí si no era por montaña y a pie era una carretera general que en horas puntas se veía tapiada por centenares de coches que trataban de salir a la principal. Y justo me tocó la hora punta, por lo que tuve que esperar enlatada en aquel horrible autobús maloliente media hora hasta que aquel mazacote de automóviles se despejó.
Cuando entre en casa el rostro de mi padre estaba completamente serio, lo que me extrañó, pues él siempre había sido una persona despreocupada. Cuando le pregunté qué pasaba me contestó que en Siria las cosas iban a ponerse mal, muy mal. Miré para él con curiosidad, dejando incluso que una de mis cejas se alzara sobre la otra, pues me pareció que el día anterior había quedado bastante claro, pero lo que me dijo me dejó descolocada. Al parecer esa misma mañana se había dado el aviso a todos y cada uno de los periodistas residentes en el país de que si no abandonaban Siria antes de la noche ningún gobierno se haría cargo de lo que pudiese pasarles en los días que seguían, e incluso se pusieron aviones especiales a su disposición para que estos pudieran abandonar el país aquella misma tarde.
Desde luego aquella noticia me impactó. Y como si Philia me hubiera leído la mente en ese momento me envió un mensaje de texto.
"Mira las nuevas noticias sobre Siria en Internet. Me apuesto 5 euros a que o empiezan una guerra nuclear, o algo por el estilo. No me extrañaría que esos cabrones vieran como solución a la crisis matar gente a doquier aprovechando las guerras para luego repartir por allí a los parados."
Nunca había conocido nada igual. Philia tenía una capacidad para hablar de esos temas con total naturalidad, lo que hacía que me pusiera los pelos de punta, y sin embargo me gustaba su presencia, su compañía. Había algo que me mantenía unida a ella y, aunque muchas veces me aterrorizasen sus palabras, su compañía me hacía sentir seguridad.
Lo que aquel día vi en Internet me horrorizó. Como si fuesen animales, el gobierno parecía estar rodeando las fronteras de Siria con alambrado y ante esto muchos de los ciudadanos intentaban huir, lo que no era fácil pues los militantes no tenían reparo en disparar contra los que intentasen cruzar las fronteras. Este vídeo apenas duraba unos segundos y por el acento de la mujer a la que se oía de fondo era una periodista francesa, que por lo que pude entender, pretendía alojarse en un pueblo de Iraq, cerca de la frontera para poder informar de lo que sucediera en los siguientes días.

Aquel momento fue decisivo en la investigación. Como todos los presentes en aquella sala habían observado aquella criatura sobrestimulada a base de electrodos y fármacos parecía tener una memoria ejemplar, digna del más cuerdo humano, pero sin embargo el tiempo que la razón dominaba al ansia y la ira de sus ojos parecía ser limitado. Billius pidió un descanso para la criatura, no sin mostrar con brusquedad su descontento pues cada minuto que pasaban sin hacer nada, aquellos electrodos podrían dejar de hacer efecto sobre el cerebro del No Muerto, lo que ninguno de aquellos tipos podía permitirse. 
No había tiempo que perder, así que en los siguientes días a la hora que se diera el aviso, todos deberían dirigirse de inmediato a la sala de la mampara, sin paseos, sin preámbulos. Escuchar aquella historia completa se había convertido en el principal objetivo del jefe, lo que lo convertía en el obligado objetivo de todos si querían salir de allí con vida.
Si bien los gobernadores eran los salvadores, también era sabido que ninguno de ellos tenía ni tacto ni paciencia.
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martes, 6 de marzo de 2012

6 de marzo, año 2022

Aquel día hacía exactamente diez años desde que todo se había ido a la mierda. Diez años. 
Si no se había perdido la cuenta de todo aquel tiempo era gracias a la genialidad que alguien tuvo de llevarse un calendario consigo, cosa que no muchos se pararon a hacer tras verse el mundo abocado a tan tétrico final.
En las calles, pese a que los escombros y la suciedad aún estaban presentes en estas, reinaba el jubilo y la fiesta. Si, por raro que pareciese aquel era un día de celebración para los supervivientes por el simple hecho de serlo, de haberse librado finalmente de cada uno de aquellos seres que antes deambulaban por las calles. Cumpliendo con las antiguas tradiciones, la humanidad celebraba los males del pasado, disfrazándolos de borracheras para pasar mejor el trago.
Marcell se encontraba en aquel laboratorio alejado de la mano del mundo. Por la mañana un helicóptero que en su día perteneció al ejército había ido a buscarle a su casa y se lo había llevado al único lugar en el que ningún humano en su sano juicio desearía estar; el laboratorio en el que tenían cautivo al último infectado de la pandemia.
Tras unos pasillos desolados, iluminados por unas tenues bombillas y un pútrido olor que habría hecho vomitar a cualquier persona se encontraba la renombrada sala 0. La sala en la que el doctor Billius realizaría aquel curioso interrogatorio, no menos que a aquel maldito bicho, y aquello a Marcell le ponía de los nervios. Meses y recursos malgastados en la recuperación de la conciencia humana de algo que debería estar bajo tierra. Menuda estupidez, y sin embargo, por decreto general de la junta aquel proyecto había salido adelante. 
El doctor Marcell Menendez era un tipo de escasa altura y era sorprendente que tras la escasez en la que el mundo se había sumido siguiera estando tan regordete como el primer día, de pelo canoso tras los infortunios que había tenido que pasar para sobrevivir y de un carácter gruñón y agrio que hacía que la mayoría de sus compañeros le evitasen. A él de entre todos le había tocado el papel de supervisar las grabaciones de lo que el infectado 10, como muchos le habían nombrado, tuviera que decir. Oh no, pero Marcell no era tonto, no se creía aquel rollo de la historia que sus superiores le habían contado; él sabía que el doctor Billius solo quería encontrar a Philia, su mano derecha, el báculo que le había sostenido siempre en aquella sociedad de locos.Como si a aquel pez gordo no tuviese mejores cosas que hacer que interrogar a un engendro.
Billius y Philia, junto a otros tres, habían sido los pilares de supervivencia para muchos. Habían sido los gobernantes de Alejandría, pero no todo había ido bien para ellos. Cuando la era de los No Muertos llegó a su fin, tan solo eran cuatro, pero algo sucedió el mismo día de la vuelta al continente, que Philia desapareció sin más, de un día para otro ya llegado a su fin aquel apocalipsis. A los ojos de Marcell, Billius no había sido más que un idiota al que habían dejado plantado, pero muchos de los allí presentes que decían conocerla, cosa que Marcell dudaba, querían encontrarla a toda costa. Para lapidarla, se decía el científico, que no tenía mucha simpatía por los cinco líderes.
De repente, la intensidad de las luces descendió. Finalmente parecía que el experimento iba a comenzar. El hombre, pese a sus quejas, no quería perderse tal acontecimiento, así que con sus andares bruscos se acercó a la vitrina y como muchos de los allí presentes se quedó congelado, observando aquel espectáculo atroz.
Billius, a quien nadie había visto jamas el rostro tenía este cubierto por una máscara de protección  que evocaba a una de las mascaras anti gas de la antigua Rusia soviética y todo su cuerpo iba cuidadosamente tapado, sin dejar un resquicio de carne a la vista, pues todo cuidado era poco. De cara a él, se encontraba el Infectado 10 y como la mayoría de los allí presentes era la primera vez que tenían la oportunidad de verlo, o mejor dicho, verla.
Lo que en su día había sido una larga cabellera rubia,  que ahora presentaba un aspecto ajado y raido, caía cubriendo parte del rostro de la muchacha, si es que así se la podía llamar. Aquellos ojos algún día habían sido verdes y claros, podía verse, pero ahora solo era una mancha apagada cuyo color se desteñía con el paso del tiempo, tendiendo a ser grisáceos. Las venas podían verse bajo aquella piel cerúlea y hundida, agrietada por la enfermedad y probablemente, por algún golpe que aquel ser se hubiera dado en su tiempo. La mordedura o arañazo debía estar donde la mesa lo tapaba, pues ninguno de los científicos allí presentes había logrado dar con la herida que había acabado con la humanidad de aquella joven. Sus ropas estaban gastadas a raíz de la descomposición, y cubiertas de sangre, pues como el resto de seres, mostraba signos de hemorragia por varias partes de su cuerpo.
En aquel momento, la criatura, que había permanecido en el más absoluto de los silencios hasta el momento se removió bruscamente y movió una de las manos en dirección al doctor Billius, que ni se inmutó, pues aquella mujer había sido encadenada de pies y manos a la silla en la que se encontraba, la cual estaba soldada al suelo, por lo que la mano quedó suspendida en el aire, en los límites que sus amarres le marcaban. No se había escatimado en seguridad y no era de extrañar.
En aquel momento, mientras que todos los científicos habían retrocedido por instinto, Billius extendió la mano, pero sin ponerla al alcance de la infectada, en un intento de tranquilizar al ser sin siquiera saber que pasaba en aquellos momentos por su mente. Y ante la mirada incrédula de los allí presentes el doctor Billius, con su voz firme le preguntó a la paciente 10 si les podía contar su historia desde el principio.
Si aquel curioso grupo de hombres y mujeres ya estaban de piedra lo que pasó a continuación los dejó aún más perplejos, pues tras las palabras del doctor ,un gruñido y una nueva sacudida de ira contenida en un intento de alcanzar su presa, la mirada del No Muerto se posó sobre el doctor y como si de un robot se tratase, comenzó a hablar, con una voz femenina distorsionada por la ronquera comenzó a narrar lo que había pasado desde el principio de aquella catástrofe e incluso se estremeció ante los recuerdos que por su mente pasaban. Recuerdos de exactamente diez años atrás. 

Recuerdo que durante la comida en el telediario habían anunciado la inminente retirada de la embajada española de Siria. Aquello a mi padre no le gustó, dijo que aquellos pobres hombres iban a pasarlo mal, pues España no era el único país que había retirado a sus diplomáticos. Aquel lugar estaba en guerra y Estados Unidos había decidido intervenir. Recuerdo que según dijo mi padre, el ataque iba a ser de los más brutales, pues no solo los diplomáticos se habían retirado, si no que cualquier país que tuviera allí sus tropas las había hecho volver a casa. Desde luego aquello pintaba muy mal para aquellos pobres hombres.
Recuerdo que aquella tarde fue tranquila. Me había quitado bastante trabajo de delante en un par de horas libres que había tenido entre clase y clase, así que de tarde salí a ver a un amigo, y recuerdo que con él estaba Philia.
Ella era caótica. Yo jamas pude alcanzar a ver lo que su mente veía en una noticia normal, claro que a ella le gustaba hablar de las conspiraciones y demás temas que muchas veces no tenían sentido alguno pero que lograban sacar algunas risas. Recuerdo que cuando llegué, ella le contaba a Miguel que probablemente Estados Unidos lanzara un ataque bacteriológico a Siria, y de nuevo nos relató la historia de aquel sospechoso laboratorio que había encontrado hacía tiempo en el Google Maps...

 En aquel momento un nuevo gruñido quebró la garganta de la infectada 10. Y el doctor Billius decretó que era bastante por aquel día.
 Por aquel entonces todos los allí reunidos estaban convencidos del éxito del proyecto, incluso el malhumorado Marcell se mostraba sorprendido a lo que habían visto sus ojos. Todos y cada uno de ellos se mostraban expectantes a que llegase la segunda narración para volver a ver aquel fenómeno en directo.
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El inicio de una nueva era

He oido hablar mucho sobre el fin del mundo,
pero no he oido a nadie plantearse nada
sobre nuevas eras.

Debe ser cierto que el ser humano
no tiene conciencia
de como sus actos marcan la historia.


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