lunes, 5 de marzo de 2012

Prólogo.

Tras mucho trabajo y esfuerzo por fin, aquel grupo de científicos había logrado lo impensable, aquella locura de proyecto en la que meses antes, y no sin dudas, se habían embarcado por ordenes del por entonces jefe de investigación a nivel global. No cabía duda de que el tipo era un genio y que su puesto estaba bien merecido, pues aquella no era la primera hazaña que llevaba  su nombre escrito, lo que era aún más sorprendente pues si aquel hombre llegaba a los treinta años, acababa de cumplirlos.
Aquel tipo se encontraba allí, tras una cristalera blindada, absorto en lo que estaba por venir, su gran obra. Aquello iba a ser un auténtico logro, pues tras la enorme catástrofe en la que el mundo se había sumido, ante los ojos de aquel curioso grupo de personas estaba a punto de ser narrada la historia que quedaría para la posteridad, pues tras meses de mucho trabajo y esfuerzo lo habían logrado, habían dado con el modo de reactivar la parte humana de aquellas criaturas, y estaban a punto de escuchar lo que una de ellas tenía que decir.
Aquello no había sido fácil ni mucho menos. El primer problema que había supuesto la investigación es que pasados los años, aquellas criaturas infrahumanas habían ido pereciendo bajo las manos de la naturaleza, que una vez más había demostrado su capacidad para predominar sobre la creación humana, lo que hacía que tan solo los seres más recientes persistieran, y aquellos tan solo eran una veintena. Muchos fueron experimentos fallidos, lo que redujo el número y finalmente tan solo quedaba una oportunidad, la cual no podrían malgastar pues debía ser aquella criatura en concreto; el último infectado de la pandemia que arrasó el mundo.
Los hombres allí reunidos estaban expectantes, desde luego, historias había a montones, pero por algún motivo que la mayoría de los allí presentes desconocía, debía ser esa historia la que se plasmase en los libros, la que narrase a las futuras generaciones lo que había sido de la humanidad, y lo que había supuesto para esta.
Así, tras la comprobación de todo el instrumental, aquel joven dio orden de comenzar con el experimento, no sin antes echar un ojo a aquel ser que tenían sentado en una silla, cubierto de aparatos y encadenado firmemente, pues aunque aquel proyecto hubiera reactivado su humanidad, si es que lo había hecho, no había acabado con lo que le hacía tan peligroso; su ansia de carne fresca.
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1 comentario:

  1. Hola, encontré tu blog en Amanecer zombie. Te propongo intercambiar Links. Yo tengo tambien una historia de zombis que va ya por el capitulo 141, aunque tengo escrito hasta el 171. Te dejo aqui la direccion de mi blog, un saludo.
    http://juanmanuel-zombis.blogspot.com

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